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Yokasta Urena, MS.Ed., Sp.Ed., TVI
Postulante al doctorado en el New England College
Correo electrónico: [email protected]
Instagram: beyond20201
El recorrido académico de las personas con visión reducida y ceguera puede ser todo un reto. Son precisamente esos retos los que nos fortalecen. Forjan nuestro carácter y pueden capacitarnos para crear un cambio duradero en la vida de los demás.
“Si queremos conocer a una persona, le preguntamos cuál es su historia, su verdadera historia, porque cada uno de nosotros es una biografía, una historia. Cada uno de nosotros es una narración singular, que se construye continuamente, de manera inconsciente, por, a través y en nosotros: a través de nuestras percepciones, nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestras acciones y, no menos importante, nuestro discurso, nuestras narraciones habladas. Desde un punto de vista biológico y fisiológico, no somos tan diferentes unos de otros; históricamente, como narraciones… cada uno de nosotros es único”; Oliver Sacks: “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero y otros cuentos clínicos”.
La visión es solo un aspecto de mí
Me encanta la cita anterior de este neurólogo británico increíblemente interesante. Capta cómo me veo a mí misma y a mi vida, un ser humano como cualquier otro, con mi propia historia que nadie más encarna que yo.
Para que se haga una idea, soy una mujer latina de 43 años nacida en Queens, Nueva York. Mi hijo Liam (estudiante de segundo año de universidad) y yo tenemos visión reducida debido a una amaurosis congénita de Leber (LCA, por su sigla en inglés). Soy miope, daltónica y tengo dificultades con distintos grados de luz. No debería llevarte a ningún lugar conduciendo hasta que prueben esos coches autoconducidos… ¡entonces, podremos participar!
Soy principalmente lectora de libros en letra de imprenta y utilizo formatos electrónicos y aplicaciones para acceder a libros en letra de imprenta y audiolibros. Utilizo el contraste inverso cuando miro una pantalla (fondo negro con letras blancas), así como VoiceOver para acceder a textos más largos. Utilizo un largo bastón blanco cuando mi visión no me ayuda a evitar esas molestas correas de perro ridículamente finas. También lo uso cuando me desplazo por zonas concurridas. Creo firmemente que, como persona con visión reducida, debo ser honesta con respecto al nivel de adaptación que necesito para tener éxito. La decisión solo depende de mí. Después de todo, soy una pensadora independiente y competente. Si mi visión cambia, tengo que cambiar con ella.
Educación
Créanme cuando les digo que mi recorrido académico ha sido largo y lleno de baches. Hubo innumerables momentos en los que me sentí incompetente e impotente. Pero, de niña, me encantaba aprender y siempre supe que el mundo era un lugar interesante que quería explorar.
Fui a la escuela secundaria y al primer año de la universidad en República Dominicana. Pero no me aceptaron los créditos cuando mi familia y yo volvimos a Nueva York. Tuve que obtener el GED y asistir a un instituto terciario. Soñaba con ir a una universidad de la Ivy League. Aunque increíblemente decepcionada, no creo en tener un “Plan B”. Y así, obtuvo mi diploma universitario de dos años y me propuse reconstruirme a mí misma sin importar los obstáculos. A lo largo de mi trayectoria, he encontrado grandes mentores que me enseñaron a ganar confianza en mí misma aprendiendo nuevas habilidades.
Después de más de 20 años en el campo de la Educación, me he dado cuenta de que no hay una sola manera de lograr las metas. Hoy tengo un máster en educación y varias certificaciones, entre ellas la de docente de personas no videntes y con discapacidad visual y la de educación infantil general/especial. Soy postulante a doctorado de segundo año en el Programa de Liderazgo Educativo del New England College.
Igual, igual, diferente
En muchos sentidos, soy como cualquier otro adulto que cursa sus estudios superiores. Quiero obtener más conocimientos, avanzar en mi profesión y ayudar a los demás participando en el proceso de debate. Por eso, estoy estudiando esta carrera; el campo de la visión reducida y la ceguera necesita gente apasionada para garantizar que tengamos las mismas oportunidades de disfrutar de la vida. Pero el cambio no se produce sin acción y no puede producirse sin alguien que lo haga posible.
En otros aspectos, soy completamente diferente de mis compañeros: la visión reducida me diferencia. Muchos docentes pasan toda su carrera sin tener un alumno no vidente o con visión reducida. En consecuencia, carecen de la formación necesaria para garantizar que se satisfagan nuestras necesidades de aprendizaje. Incluso estando al más alto nivel de mi desarrollo profesional, sigo necesitando defenderme, desde conseguir libros accesibles hasta participar en actividades accesibles… y, ¡sí! Pienso en el “Vamos a fomentar el acercamiento (actividad para romper el hielo) lanzándonos la pelota unos a otros”. ¡Sigo intentando ganar ese partido!
El don
Tener visión reducida es todo lo que sé. Es una parte esencial de lo que he llegado a ser. Hubo momentos difíciles, sin duda. Ahora, sin embargo, veo el poder de saber lo que los alumnos con necesidades especiales necesitan para aprender (saber cómo debo dirigirme a la Administración y fomentar una relación positiva para que mis alumnos consigan lo que necesitan), saber que los docentes pueden no entender cómo la ceguera y la visión reducida afectan al aprendizaje y, finalmente, ¡saber que yo sí lo entiendo! Tengo la experiencia en primera persona, la formación académica y la pasión necesarias para educar a los demás y ayudar a cambiar el sistema.
Más allá del obstáculo, veo mi vida como un hermoso viaje de descubrimiento. Creo firmemente en aliarme con buenos mentores que me inspiren y me empujen a ser la mejor versión de mí misma. ¡No tengo un “Plan B”! Una vida feliz y llena de éxitos es el regalo que me ha dado la visión reducida.