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Tenía 19 años cuando embarqué por primera vez en un vuelo para ir a The Seeing Eye Inc. una escuela de perros guías situada en Morristown, Nueva Jersey. Siempre me gustaron los perros. Para aquel entonces, era una chica tímida y menuda que aparentaba unos 12 años. El pasado mes de julio hice ese viaje por décima vez. A los 73 años, sabía que iba a enfrentarme a algunos desafíos. Mi viejo perro estaba semiretirado cuando falleció en abril. Me acompañaba a lugares desconocidos desde el auto o desde el transporte para personas con discapacidad. Tiraba suavemente y su ritmo era más bien de paseo.
Un cachorro nuevo sabría lo básico pero no tendría ni idea de mis expectativas. Podría mirar de vuelta al entrenador en lugar de escucharme. El ritmo, el tirón y la forma de indicar lo que se ve adelante serían diferentes en mi nuevo perro. Entrenar con este sería como aprender a bailar con una nueva pareja más alta o más baja. Podría olvidarse de mantenerse concentrado, mientras me guía, si se acercara otro perro. Puede que mi nuevo perro olfatee, escarbe o salude a todo el mundo con entusiasmo. ¡Puede que quiera perseguir gatos! No sabía qué raza o temperamento esperar. Conocer a un posible nuevo perro guía es como ser una novia por correspondencia o la máxima cita a ciegas.
Emparejar a un perro con su dueño
Las escuelas de perros guías emparejan a los perros con sus dueños con sumo cuidado. Quieren que el equipo tenga éxito. El proceso de selección tiene en cuenta el estilo de vida y las necesidades del dueño del perro, las preferencias de raza y el temperamento de los perros disponibles. El perro y su dueño deben comunicarse bien para trabajar juntos.
Cuando conocí a mi perro, supe que mi trabajo consistía en observarlo atentamente y reaccionar de cierta manera que me permitiera comenzar a confiar en él. Este tuvo que decidir que trabajar conmigo era más divertido que trabajar con el entrenador.
Mi trabajo consistía en hacer preguntas para entender cómo reaccionaba mi perro ante cada situación nueva. Alimentar, acicalar, elogiar el buen comportamiento y corregir los errores con discreta autoridad eran técnicas que había utilizado en el pasado, pero mi nuevo amigo era un individuo con personalidad propia.
Considerar tener un perro guía siendo adulto mayor
Soy mayor de lo que era cuando completé la capacitación anterior. Era menos capaz de adaptarme a un tropiezo, me cansaba con rapidez y tenía que controlar mi fuerza con cuidado para poder ser una buena compañera. Ser honesta sobre mi estilo de vida era primordial.
Tuve que hacer rutas más cortas, renunciar a algunas de las cosas que había hecho antes y admitir que mi equilibrio, mi coordinación e incluso mi sentido de orientación habían disminuido un poco. Mi nuevo compañero es un labrador retriever amarillo de dos años de edad; es alegre, cariñoso, seguro de sí mismo pero precavido. Si me esfuerzo en enseñarle las complejidades de ser mi amigo y confidente, puede que caminemos de forma segura durante al menos diez años. Estaré en mis ochentas antes de tener que plantearme si habrá un undécimo perro guía en mi vida.
Si usted es mayor y se pregunta si un perro guía puede ser una buena opción, hable con otras personas no videntes o con visión reducida sobre cómo les ayudan sus perros e investigue sobre los programas que los adiestran. Entonces, si goza de buena salud, puede caminar varias manzanas y le gusta la compañía de los perros, envíe una solicitud. Si una escuela le rechaza, puede que otra escuela esté dispuesta a trabajar con usted.
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