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“Perdí la visión en el año 2016, cuando estaba embarazada de dos meses”, cuenta Stacie. Comparte que su ex era agresivo y que le causó heridas en el cuello y la cabeza. “Perder la visión me llevó a tener dos operaciones oculares sin éxito. Ahora soy no vidente; no tengo percepción de la luz”.
Adaptación
Stacie tuvo que aprender a lidiar con sus nuevas circunstancias con rapidez. Tuvo que utilizar un collarín cervical durante los primeros seis meses de embarazo y usó todas sus fuerzas para dar a luz a una niña sana a la que llamó Alana.
“Al principio, tras perder la visión, estaba deprimida. Sentía que mi vida había terminado. Perdí mi fe en Dios. Dudé de su existencia, ya que me habían maltratado y casi pierdo la vida”.
Stacie luchó con su manera de pensar durante bastante tiempo. “Me crió una madre que no pudo mantenerme como me hubiese gustado. Mi objetivo principal era brindarle una vida mejor a mi hija, pero sentía que no podría hacerlo por mi falta de visión”.
Superación
“Después de dar a luz, tuve una doula que me enseñó a cuidar de mi hija. Además, me ayudó a priorizarme también. Me ayudó a querer ducharme. Me convencí de que debía hacerlo por mí para poder estar para mi hija”.
La doula de Stacie fue más que una maestra. Fue su inspiración y le permitió ver que necesitaba valorar lo que tenía y controlar lo que podía.
“Me dijo que tenía que salir más con Alana, que ambas necesitábamos salir y tomar aire fresco”.
En busca de apoyo
Stacie se levantó, se alistó con su nueva hija y salieron del hogar. Un pequeño paso para la mayoría fue un gran avance para Stacie y eso la ayudó. Poco a poco, se fueron sumando todos los pequeños pasos y la ayudaron a recuperarse.
Mientras la doula la seguía ayudando, Stacie sabía que necesitaba una perspectiva nueva, que obtuvo de algunos buenos amigos y de muchas llamadas telefónicas de emergencia. También buscó el apoyo de quienes habían sufrido experiencias similares, pero buscar servicios para padres no videntes fue muy difícil para Stacie.
“Hay grupos de apoyo contra la violencia doméstica fácilmente disponibles, e incluso grupos para padres que tienen hijos no videntes, pero no hay grupos de apoyo para padres no videntes”.
Stacie se enteró de que existía la Federación Nacional de No Videntes (NFB, por su sigla en inglés) de Pensilvania. Desde la organización, le brindaron respuestas y una esperanza prolongada. Stacie aprendió mucho de las demás personas.
“Cuando conocí a personas no videntes, como yo, me pregunté: ¿Cómo vive con esto un niño [no vidente o con visión reducida] de 8 o 12 años y por qué yo no puedo con 27 años (mi edad en ese momento)?”.
Stacie se preguntaba por qué no había un grupo de apoyo para padres no videntes en Pensilvania. Lynn, una mujer de la NFB de Pensilvania, le preguntó: “¿Por qué no creas uno?”.
Cómo apoyar a las demás personas
Seguía pensando: “No puedo crear un grupo si no tengo nada que ofrecer. Sin embargo, Lynn me dijo que no hay expertos sobre ceguera o crianza. Así que creé un grupo de apoyo para padres no videntes en marzo del 2021”.
Los consejos sinceros que Stacie da y recibe en el grupo de apoyo la ayudaron a sobrevivir y prosperar.
“Recuerdo haber rezado para que alguien me salvara de aquella relación abusiva. Pensé que sería otro hombre. Pero no fue así. Fue mi hija. Dios respondió a mis plegarias trayendo a mi hija a mi vida”. Al reflexionar sobre todas las cosas que Dios la ayudó a superar, la fe de Stacie creció cada vez más.
Celebración de los pequeños momentos
Ahora Stacie aprecia y celebra todos los pequeños momentos.
“Cuando mi hija cumplió un año, recuerdo pensar que no podía verla, pero sí abrazarla y olerla. Incluso cuando no olía tan bien”, dijo riéndose Stacie. “A veces me enfadaba y me preguntaba por qué no podía verla sonreír. Soy su madre. Sin embargo, confirmo que puedo sentir su sonrisa y sé que es hermosa”.
“Tengo que estar presente para ella y demostrarle que la discapacidad no consiste en sentarse en un rincón y esperar a que la gente le dé cosas”.
Hace poco, un momento simple detuvo a Stacie: utilizar un tablero sensorial con Alana, su hija de seis años. Alana puede dibujar y escribir, y Stacie puede sentir físicamente las creaciones de Alana. “Alana me dijo: ‘Mamá, te dibujé un corazón y escribí mamá, te quiero’, ¡y pude sentirlo! La forma en que siempre lo imaginé y cómo lo escribió era diferente, ¡pero fue increíble sentir su letra! Me hizo llorar de felicidad”.
El futuro
Stacie pasó por muchos altibajos a lo largo de su vida, pero su objetivo número uno es, y siempre será, Alana. Stacie modificaba los álbumes de recortes y cada año guardaba uno de los vestidos de Alana. Cuando Alana cumpla 18 años, Stacie le regalará 18 vestidos.
El deseo de Stacie para Alana
Los álbumes de recortes físicos y los vestidos son recuerdos maravillosos, pero el deseo de Stacie para su hija es mucho más significativo. Quiere que Alana sepa que no necesita depender de otros para ser feliz.
“Espero que mi hija se ame a sí misma. Yo estuve en muchas relaciones en busca del amor. Quiero que sepa que primero tiene que amarse a sí misma”.
Obtenga más información
Federación Nacional de No Videntes de Pensilvania: Viva la vida que quiera (Live The Life You Want) (nfbofpa.org)
La violencia doméstica y las mujeres con discapacidad (Domestic Violence and Women with Disabilities): ConnectCenter (aphconnectcenter.org)
Delitos contra las personas con discapacidad (Crimes Against Persons with Disabilities): ConnectCenter (aphconnectcenter.org)
Grupos de apoyo y su rol en el proceso de adaptación: ConnectCenter (aphconnectcenter.org)