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¿Tenía un peluche favorito de niño? ¿Tenía un oso? ¿O a otro animal? Mi favorito era un pequeño mono de peluche al que enseguida llamé “Monk” (Monje). Quería mucho a Monk. Cuanto más desgastado estaba, más lo amaba. Cuanto más se desvanecía, más me aferraba a él. Monk cabía cómodamente bajo mi brazo cuando mi madre me arropaba por la noche. Monk también me proporcionó comodidad y seguridad.
Finalmente, empaqueté a Monk para guardarlo. Mostraba signos de desgaste. No era perfecto.
Hablando de perfección, yo soy uno, un perfeccionista. No una persona perfecta. Me gusta que las cosas se alineen y tengan sentido. Es como una ecuación matemática cuando ambos lados son iguales o están equilibrados.
Planificar y preparar… y soltar el control
Me gusta planificar y preparar. Quiero que las cosas salgan como las había anticipado. Como persona con visión reducida, una de las cosas que más estrés me causa es la incertidumbre. Enfrentarse a imprevistos puede ser frustrante.
Una de las cosas con las que sigo luchando es la idea de que el mundo no es perfecto ni coherente. Aunque prefiero una ecuación equilibrada, a menudo no es así. Al permitirme cometer errores y darme cuenta de que no siempre puedo estar perfectamente preparado para cada situación, he empezado a permitirle lo mismo a los demás.
Manejar el estrés
Aquí compartiremos diez pasos de la Asociación Estadounidense de Psicología (American Psychological Association) que me parecen estupendos para ayudar a lidiar con el estrés de renunciar a la perfección:
- Sea amable con usted mismo.
- Reflexione sobre los éxitos pasados.
- Desarrolle nuevas habilidades.
- Limite su exposición a las noticias.
- Evite pensar en cosas que no puede controlar.
- Siga su propio consejo.
- Dedíquese al autocuidado.
- Busque el apoyo de las personas en las que confía.
- Controle lo que pueda.
- Pide ayuda.
Practicar el autocuidado
Cuidarse es importante. El autocuidado es lo primero. Es importante cuidar de uno mismo antes de cuidar de los demás.
Por ejemplo, aprendí algunas cosas de mis compañeros de piso sobre el autocuidado. Un tipo quería perder peso muy rápido. Así que limitó tanto su ingesta de calorías que siempre estaba de mal humor. Le costaba dormir. Le costaba concentrarse.
A este compañero de piso también le encantaba el chocolate. Una vez, mi madre me envió un gran paquete con galletas especiales rellenas de dátiles (los dátiles son una buena forma de aumentar la fibra y no deshidratarse. Supongo que mi madre me estaba cuidando). De todos modos, un día, después de clase, estaba comiéndolas y él se paró y me preguntó si era chocolate lo que estaba comiendo. Me volvió a preguntar lo mismo una hora después.
Era casi gracioso, pero tuve que decirle que no era chocolate. Observando lo que él experimentaba, pude ver cómo el simple hecho de comer cuando tenía hambre y comer alimentos sanos repercutía en mi forma de tratar a los demás. Ser comprensivo, paciente e incluso amable es difícil si tienes demasiada hambre, estás enfadado o cansado.
Abrazar las imperfecciones
A medida que avanzamos por la vida, ya sea como estudiante universitario o como profesional, nos damos cuenta de que las cosas no siempre son perfectas. Dejar de lado la perfección y cuidarnos a nosotros mismos nos ayuda a manejar mejor las incertidumbres. Aceptar las imperfecciones nos ayuda a encontrar un equilibrio y a ser amables con nosotros mismos. También me ha permitido comprender, no juzgar, e incluso ayudar a los demás cuando lo necesitan.