¿Es usted padre o madre y se pregunta si debería aprender braille?
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Desde que se enteró de la afección ocular de su hijo/a, seguro que le han rondado por la cabeza millones de preguntas. Muchos se preguntan: “¿Cómo va a jugar mi hijo/a?” “¿Cómo va a aprender a caminar?” “¿Cómo va a aprender en la escuela?” “¿Podrá vivir de forma independiente?” “¿Quién le va a enseñar braille?” ¿Debe aprender braille? ¡Claro que sí! Aquí encontrará cinco razones por las que los cuidadores de niños con discapacidad visual deberían aprender el código braille.
Usos cotidianos
¿Recuerda haber mirado los regalos para ver cuáles llevaban su nombre cuando era niño/a? ¿Sus padres le dejaban notas en la lonchera o en la encimera de la cocina? Estos son solo algunos ejemplos de lo que NO podría hacer con su hijo/a si no aprendiera el código braille básico. Hay tantas rutinas y oportunidades de diversión que nuestros hijos se pierden si no podemos rodearlos de braille en sus casas.
En lugar de leerles las tarjetas de cumpleaños, podemos sentarnos y ver cómo disfrutan de sus momentos especiales después de haber transcrito una tarjeta en letra de imprenta o de haber hecho nosotros mismos una tarjeta en braille. Podemos esconder notas con mensajes de aliento en sus mochilas para hacerlos sonreír durante un día duro en la escuela. Podemos escribirles cartas como recuerdo. Cuando son mayores y no queremos despertarlos, podemos dejarles una nota en la nevera para avisarles que hemos ido rápidamente a la tienda y que volveremos. Puede transcribir al braille su álbum de bebé o sus álbumes de recortes para que puedan disfrutar de los recuerdos y compartirlos con otras personas cuando crezcan. Las posibilidades del braille son infinitas y fomentan la participación independiente en las rutinas diarias y los acontecimientos especiales.
Braille por todas partes
Rodear a nuestros hijos de braille a una edad temprana les proporciona un entorno rico en lenguaje. Los niños videntes ven letras y símbolos por todas partes. Por supuesto, puede que no sepan qué significan las letras o los signos, pero no tardan mucho en descubrir algunos. ¡No son muy mayores cuando relacionan los arcos dorados con las patatas fritas! Todos ellos son ejemplos de oportunidades de alfabetización temprana.
Nuestros niños no videntes y con visión reducida también necesitan esas oportunidades. Esto puede hacerse colocando braille en los objetos de la casa. Podemos etiquetar electrodomésticos, habitaciones, juguetes, juegos y rompecabezas, por poner algunos ejemplos. Podemos adaptar libros y añadir braille a las páginas. Igual que un niño vidente puede no saber lo que dice la palabra, sabe que significa algo. Durante la hora del cuento, saben que la letra de imprenta en la página representa una historia. Podemos ofrecer las mismas oportunidades con el braille, y es fundamental que lo hagamos para fomentar la alfabetización en braille.
El uso del braille como ejemplo
Tener un cuidador que sirva de modelo de lectura y escritura en braille aumenta la probabilidad de que nuestro hijo/a aprenda a leer y a escribir en braille. Los niños aprenden de forma natural por imitación. Los niños videntes observan a sus cuidadores y a las personas que los rodean e imitan sus acciones, movimientos y gestos. Aprenden muchos conceptos simplemente mediante la observación. Si nosotros, como cuidadores, incorporamos el braille a nuestras rutinas diarias, es más probable que nuestros hijos con discapacidad visual copien nuestras acciones. Notarán que el braille forma parte de la vida de su cuidador, lo que lo hará más natural. Leer y escribir en braille se convertirá en una actividad que fomentará que aprendan desde el ejemplo. Podemos hacerlo mediante la lectura de libros en braille con ellos, dejándoles notas, haciendo listas o etiquetando objetos de la casa. Como cuidadores de un/a niño/a con discapacidad visual, podemos modelar y brindar experiencias positivas con la alfabetización en braille.
Apoyo escolar en el hogar
Poder ayudar con los deberes puede no parecernos una experiencia positiva como cuidadores, sobre todo ahora, ya que el aprendizaje a distancia nos ha afectado a la mayoría durante algún tiempo en el último año. Sin embargo, si un niño tuviera dificultades con los deberes, ¿cree que se los animaría a hacerlos en el hogar? ¿Se imagina no entender los deberes y no tener a nadie a quien pedir ayuda porque nadie sabe braille? Eso debe ser muy frustrante y desalentador para un niño.
Al aprender braille, podemos colaborar estrechamente con el docente de alumnos con discapacidad visual (TVI, por su sigla en inglés) de nuestro hijo para ayudarlo a aprender a leer y escribir el código braille. Podemos ayudarlos si necesitan ayuda para entender una palabra o una contracción. Si no entienden las instrucciones de una tarea, podemos ayudarlos a resolverla. Podemos revisar sus tareas y darles nuestra opinión antes de que las entreguen a su docente. Podemos brindarles el apoyo que cualquier alumno necesita mientras hace las tareas escolares en el hogar.
Vincularse a través del braille
Aprender el código braille también favorece el vínculo con su hijo/a. En cualquier caso, tanto si hace poco que ha decidido aprender el código como si decide aprender braille junto a su hijo/a, es algo que puede hacer con él/ella y para él/ella. Les demuestra que no solo ellos son importantes, sino que aprender braille también lo es. Siempre oímos a la gente decir lo “genial” que les parece el braille, pero ¿cuántos se toman la molestia de aprender el código? Si nadie sabe braille, nuestros hijos pueden sentirse muy aislados y solos. Cuando nos tomamos la molestia de aprender braille, les demostramos que, para nosotros, también es importante.
Como cuidador, considere la posibilidad de aprender las nociones básicas de braille para su hijo/a. Los hermanos, amigos y familiares también pueden aprender. Como familia, tendrá la oportunidad de participar en actividades diarias, juegos y acontecimientos especiales como cualquier otra familia con hijos videntes. Esto contribuye a una mayor independencia y confianza de los niños dentro y fuera del aula. En lugar de sentirse impotente cuando su hijo/a necesite ayuda, podrá ayudarlo. Pero lo que es aun mejor son sus sonrisas y risas cuando les pide ayuda (“¿Cuál es la contracción de ___?”) porque, al fin y al cabo, ellos son los expertos.