«No, gracias. Puedo hacerlo»: Prevención de la indefensión aprendida

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Imagine que está haciendo la compra, cruzando una calle con seguridad, jugando con su hijo en el parque, utilizando un ascensor o realizando una tarea rutinaria en el trabajo. Está logrando lo que ha conseguido con éxito durante tantos días y años. Un individuo bienintencionado le agarra del brazo con la intención de «rescatarlo», o escucha «lo tengo» cuando alguien intenta ayudarle. Imagínese también que esto es habitual. Es probable que ocurra una de dos cosas: 1) ¡Puede que se sienta frustrado! Esta es una respuesta bastante típica de los adultos seguros de sí mismos. 2) Puede empezar a pensar que no puede realizar la tarea sin ayuda, y llegaría a esperar o depender de la ayuda. Esta es una respuesta bastante típica de los niños, que llamamos indefensión aprendida.

Entonces, ¿qué medidas pueden tomarse para prevenir la indefensión aprendida?

Establezca expectativas altas.

Para establecer objetivos realistas y alcanzables, se sugiere trabajar con el niño en un objetivo cada vez. En otras palabras, espere que su hijo logre lo que ya puede ejecutar de forma independiente y que siempre esté trabajando en el siguiente objetivo.

Dé a su hijo la oportunidad de ayudar a los demás.

Dado que todos los niños, y especialmente los niños con discapacidad, necesitarán ayuda o asistencia con regularidad (hasta que dominen las habilidades de la vida diaria, de orientación y movilidad, etc.), es importante que tengan oportunidades regulares de ayudar a los demás. Aprenderán que las relaciones son recíprocas y que son capaces de ayudar a los demás.

Enseñe a su hijo a cuidar bien la tierra, haga voluntariado con él y permítale que ayude a llevar la casa responsabilizándose de tareas adecuadas a su edad y desarrollo.

Asegúrese de que el hogar y el entorno de aprendizaje de su hijo son accesibles.

Supongamos que usted y su hijo colaboran para organizar el entorno y etiquetar lo que resulta difícil de identificar o discriminar. En ese caso, su hijo estará preparado para acceder a lo necesario para la vida diaria y el aprendizaje de forma independiente.

Enseñe a su hijo a rechazar la ayuda cuando no la necesite.

Algunos niños parecen nacer diciendo: «¡No! ¡Yo lo hago!», mientras que otros se conforman con que se ocupen de ellos a perpetuidad. En cualquier caso, puede enseñar a su hijo a rechazar la ayuda respetuosamente. La clave está en ayudar a un niño más pasivo a ganar confianza dándole una frase que decir, como «No, gracias». Puedo hacerlo» y recordarle cuándo puede utilizarlo. Puede enseñar a un comunicador más «agresivo» a sustituir una frase existente por la más educada «No, gracias». Puedo hacerlo».

Establezca expectativas altas. Dé a su hijo la oportunidad de ayudar a los demás. Asegúrese de que el hogar y el entorno de aprendizaje de su hijo son accesibles. Enseñe a su hijo a rechazar la ayuda cuando no la necesite. Con esfuerzo e intencionalidad por su parte y la de su hijo, su hijo puede ganar control, competencia, autonomía y la conciencia de que es capaz. ¡Su hijo no está indefenso!