Cómo favorecer el aprendizaje y el desarrollo de los niños no videntes o con visión reducida con discapacidades adicionales

This content is also available in: English (Inglés)

Aunque las capacidades y necesidades de los niños no videntes o con visión reducida varían mucho, en general, la pérdida de visión interfiere en su capacidad para obtener información del mundo que los rodea. Cuando la ceguera o la visión reducida se combinan con otras discapacidades, la capacidad de los niños para obtener información y experiencias que están fuera del alcance de la mano puede verse aún más reducida. Sin la capacidad de observar objetos y acontecimientos incluso a corta distancia, la comprensión y el desarrollo de conceptos sobre estos objetos y acontecimientos por parte de los niños pueden ser fragmentarios e incompletos. Por lo tanto, la ceguera o la visión reducida pueden afectar significativamente el conocimiento de conceptos y el lenguaje del niño.

Cómo ayudar a su hijo/a a conocer el mundo

No poder ver los objetos puede afectar a los niños de otras maneras. Puede reducir la motivación de los niños para moverse y explorar, y esto, a su vez, puede limitar aun más sus experiencias. Por eso, a los niños no videntes o con visión reducida y discapacidades adicionales hay que ayudarlos a explorar el entorno que los rodea para que conozcan el mundo y su funcionamiento.

Las explicaciones adicionales dadas de forma que el/la niño/a pueda entenderlas, las explicaciones y experiencias repetidas, la posibilidad de tocar objetos y de tener experiencias directas, si es posible, con ellos, y tiempo adicional para explorar y examinar el entorno son formas importantes de ayudar a los niños con necesidades complejas a aprender conceptos y a comprenderlos. Si es padre/madre de un/a niño/a no vidente o con visión reducida y con discapacidades adicionales, puede hacer mucho para ayudarlo a aprender.

Conceptos para apoyar a su hijo/a

Dado que las capacidades y necesidades de los niños con necesidades complejas varían enormemente, y también porque cada niño/a aprende de forma diferente, es fundamental adoptar un enfoque individual en cada caso. ¿Qué grado de visión o audición tiene el/la niño/a? ¿Puede moverse con facilidad e independencia? ¿Tiene alguna deficiencia cognitiva que pueda interferir en su comprensión? Las respuestas a este tipo de preguntas determinan la forma más eficaz de presentarle la información. Sin embargo, hay algunos principios que usted, su familia, los docentes de su hijo/a y cualquier otra persona que trabaje con él/ella pueden utilizar y que pueden ser beneficiosos para ayudarlo/a a aprender. Los profesionales de la educación especializados en el trabajo con niños no videntes o con visión reducida y con otras discapacidades suelen estar familiarizados con estos útiles e importantes conceptos. Tener en cuenta estos puntos puede ayudarlo a que su hijo/a también aprenda.

Coherencia

Cuando sabemos qué esperar a continuación, nos sentimos más cómodos y más dispuestos a asumir nuevos riesgos. El mundo parece un lugar predecible, ordenado, seguro y cognoscible. Tener siempre las mismas rutinas para su hijo/a, como una rutina matutina para vestirse, una rutina para desayunar y una rutina para hacer la compra en el supermercado, en las que las mismas cosas suceden en el mismo orden, ayuda a su hijo/a a predecir lo que sucederá a continuación. Si las rutinas son coherentes, su hijo/a tendrá oportunidades de practicar las mismas habilidades repetidamente. A través de la práctica, su hijo/a puede interiorizar (es decir, aprender, absorber y comprender de verdad) cosas nuevas.

Entornos naturales

Los niños suelen aprender mejor cuando las cosas ocurren de forma natural. No es natural que su hijo/a practique decir “hola” saludando a su madre 10 veces seguidas cuando pasa a visitarlos. Por el contrario, tener la oportunidad de saludar a 10 personas con las que se cruce a lo largo del día será más efectivo. Le dará el mismo mensaje una y otra vez),y lo/a ayudará a recordar lo que debe hacer.

Competencias funcionales

Para la mayoría de los niños con necesidades complejas, un enfoque funcional favorece el aprendizaje. Se trata de actividades funcionales que se realizan de forma natural a diario y que su hijo/a necesita o quiere hacer. Por ejemplo, es más motivador para aprender a sacar un vaso de un armario si sabe que lo agarra para tomarse un jugo, en lugar de sacar un bloque de un cubo sin más motivo que practicar a sacar y meter cosas. Puede resultarle útil saber qué motiva a su hijo/a y aprovechar esas oportunidades.

Habilidades adecuadas a la edad

A medida que su hijo/a crece, puede resultarle difícil encontrar actividades que pueda realizar con otras personas. Por ejemplo, jugar a juegos de mesa, al fútbol o navegar por Internet son cosas que pueden gustarle a un niño de 11 años con un desarrollo típico. Pero si su hijo/a tiene ceguera o visión reducida, retrasos cognitivos y un uso limitado de brazos y piernas, es posible que no entienda estas actividades. Aunque su hijo/a obtenga de una actividad cosas distintas de las que obtienen otros niños de su edad y disfrute con ellas de forma diferente, lo más importante es que participe con ellos.

Cómo enseñar una habilidad en distintas actividades y entornos

Puede que su hijo/a tenga tanto que aprender que, a veces, se sienta abrumado e inseguro sobre por dónde empezar. En lugar de esperar que su hijo/a lo haga todo de forma independiente ya mismo, puede ser útil elegir una o dos cosas en las que centrarse y trabajar en ellas en muchas actividades y entornos diferentes. Por ejemplo, si saludar a la gente con un dispositivo de comunicación aumentativa es una habilidad que le gustaría que su hijo/a pudiera hacer, procure que tenga acceso a este dispositivo a lo largo del día. Centrarse en una habilidad que pueda utilizar en diferentes actividades y con diferentes personas en diferentes lugares va a proporcionarle una mayor práctica.

Uso de las capacidades visuales por grupos

Si su hijo/a tiene algo de visión utilizable, encontrar formas de utilizar su visión de forma significativa en actividades motivadoras será de ayuda para aprender a utilizar ese sentido de forma más eficaz. Para facilitar el desarrollo de las habilidades visuales, puede buscar momentos durante una rutina en los que centrarse en la información visual sea útil para completar una tarea.

Participación parcial

La participación parcial significa participar solo en uno o algunos aspectos de una actividad. Para los niños con necesidades complejas que no puedan realizar todas las partes de una actividad, hacer solo algunas puede ayudarlos a aprender habilidades nuevas y a sentirse bien consigo mismos. Por ejemplo, su hijo/a puede abrir el cajón para sacar los cubiertos, pero puede ser usted quien meta la mano y saque las cucharas que necesita para ayudar a poner la mesa. O tal vez su hijo/a pueda llevar las cucharas a la mesa de forma independiente, pero usted estará allí para guiarlo a la hora de colocar una junto a cada plato. Algunos niños con necesidades complejas pueden necesitar siempre apoyo para realizar tareas como vestirse, comer, ir al baño o asearse, pero pueden aprender a hacer parte de estas tareas para tener una sensación de participación y logro.

Tiempo de espera y avisos

Hacer una pausa, esperar y observar son conceptos importantes que hay que recordar cuando se pasa tiempo con niños con necesidades complejas. Dado que los niños con necesidades complejas pueden necesitar un apoyo considerable y más tiempo para realizar una tarea, a muchos adultos les resulta más fácil intervenir y hacer cosas por ellos en lugar de esperar a que lo hagan por sí mismos. Eso puede ahorrar tiempo en el momento, pero impide que el/la niño/a aprenda o practique cómo hacer algo y puede contribuir a que siga dependiendo de los demás en lugar de participar lo más plenamente posible en la vida cotidiana.

Por lo tanto, es importante intentar equilibrar el tiempo de espera y las indicaciones para ayudar a dar el siguiente paso. Una buena regla general es contar hasta 10 cuando esté esperando a que su hijo/a haga algo, como tomar una lata de la góndola y ponerla en el carro de la compra, o poner una moneda en una máquina expendedora. Si eso no funciona, puede probar con un estímulo físico, como tocarle la mano u otra parte del cuerpo, como el codo. Si después de la indicación física no obtiene respuesta, puede ayudar a su hijo/a a realizar la tarea guiándolo/a con la técnica de la mano bajo la mano.