¿Tiene mi hijo/a otras discapacidades?
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Muchas discapacidades pueden producirse con una afección ocular, aunque no hayan sido la causa de la misma. La combinación de discapacidades puede tener un impacto significativo en su hijo/a. Pueden afectar la capacidad de su hijo/a para aprender sobre el mundo, comunicarse y participar de forma independiente en la vida cotidiana.
Puede ser difícil determinar si el desarrollo atípico se debe a la visión del niño o si tiene otras discapacidades. En cualquier caso, el objetivo es ofrecer intervenciones y oportunidades que permitan a cada niño/a llegar al nivel que se adapte a su capacidad y personalidad.
Cómo apoyar el desarrollo de su hijo/a
Cada posible combinación de discapacidades plantea la necesidad de reunir un equipo único de profesionales. Los docentes de alumnos con discapacidad visual (TVI, por su sigla en inglés), los educadores especiales y otros proveedores de servicios, como los terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas y logopedas, son recursos fundamentales para el desarrollo de su hijo/a. Pueden trabajar con su familia para analizar cómo la combinación de las discapacidades de su hijo/a afecta su desarrollo. También pueden desarrollar estrategias de apoyo para su aprendizaje.
Un/a niño/a con parálisis cerebral y ceguera o visión reducida tendrá que superar tanto la influencia de la parálisis cerebral como la falta de visión. Los niños con sordoceguera necesitarán estrategias de intervención precisas para evitar el aislamiento.
Las discapacidades intelectuales y del desarrollo (I/DD, por su sigla en inglés) suponen un reto distinto para las familias y los profesionales. El hecho de que los niños no videntes o con visión reducida tiendan a desarrollarse a un ritmo ligeramente distinto y a adquirir habilidades de manera diferente plantea dificultades a la hora de identificar las discapacidades intelectuales y del desarrollo. Sin dudas, es posible que un/a niño/a no vidente o con visión reducida tenga también dificultades de aprendizaje (LD, por su sigla en inglés). Las pruebas estándar utilizadas para las discapacidades intelectuales y del desarrollo y las dificultades de aprendizaje tienen componentes visuales que hacen que su uso sea difícil, si no imposible, para los niños con ceguera o visión reducida. El equipo educativo debe analizar detenidamente los resultados para determinar si el rendimiento del alumno se debe a la habilidad evaluada o a la capacidad del alumno para interactuar con los componentes visuales de la prueba.
¿Cómo podemos seguir adelante sin un diagnóstico?
- Establecer el nivel actual de habilidades en el área específica (motricidad, lenguaje, etc.).
- Encontrar el mejor enfoque teniendo en cuenta la ceguera/visión reducida.
- Desarrollar el siguiente paso o habilidad de la secuencia.
El equipo puede proceder a trabajar las habilidades. Este proceso suele pulirse a medida que se descubre el estilo y ritmo de aprendizaje que mejor se adecúan al niño. Si no se progresa en una habilidad concreta, considere las demás habilidades que deben enseñarse primero. Algo importante que hay que recordar es que los niños con discapacidades intelectuales y del desarrollo pueden necesitar más tiempo para adquirir habilidades, practicarlas y dominarlas para la realización de tareas. Un plan de estudios mejor no hará que el niño avance más rápido.
¿Qué significa esto para el programa de mi hijo/a?
Céntrese en la adquisición de habilidades. Si se hacen adaptaciones, se puede progresar a su ritmo personal. Los niños a los que les cuesta aprender nuevas habilidades pueden progresar, aunque pueden necesitar más tiempo para dominarlas. Puede ser necesario dividir las tareas en pasos más pequeños, centrándose en cómo se presentan al niño no vidente o con visión reducida. Los niños con discapacidades intelectuales y del desarrollo que también sufren ceguera o visión reducida pueden necesitar más tiempo y práctica para adquirir algunas habilidades.
¿Cuáles son las consecuencias de una discapacidad de aprendizaje?
Es necesario adaptar o modificar los métodos de enseñanza y adquisición de habilidades. Como ya se ha mencionado, el diagnóstico de un/a niño/a no vidente o con visión reducida con dificultades de aprendizaje supone un reto para quienes realizan las evaluaciones. El rasgo distintivo de cada niño es la gran diferencia en determinadas áreas académicas. Cuando la lectura es un reto, pero las habilidades matemáticas y verbales son excelentes, sí indica un problema.
Todos somos buenos en diferentes “asignaturas” en la escuela. Pero un alumno con problemas de aprendizaje suele funcionar a un nivel dos o tres años retrasado en una o más asignaturas. Pueden pasar varios años de escuela antes de que surja el patrón que lleva a especular sobre la existencia de un problema de aprendizaje. Lo importante es encontrar estrategias que funcionen para cada niño y lo ayuden a superar su reto particular. ¿Tiene su hijo/a un posible problema de aprendizaje para leer? Puede leer (en braille, en letra de imprenta grande o con una lupa) algunos materiales. Sin embargo, la lectura “pesada” puede hacerse mejor mediante la escucha si es “más hábil” con este método.
El equipo de profesionales que trabaja con su hijo/a debe establecer la forma en que aprende. Las adaptaciones para alumnos no videntes o con visión reducida son bien conocidas y relativamente fáciles de aplicar para los profesionales. Es difícil diagnosticar algunas discapacidades en niños que no pueden ver lo suficientemente bien como para realizar pruebas estandarizadas. Las estrategias que mejor funcionen para su hijo/a son el objetivo final, independientemente de que se consiga un diagnóstico preciso. ¿El/la niño/a tiene problemas de aprendizaje o simplemente le va mal en matemáticas? La respuesta importante puede estar en dominar el uso de la calculadora.