La transición de la escuela secundaria a la edad adulta para los alumnos requiere formación y trabajo en equipo

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Para las personas ciegas o con visión reducida, casi todo es posible; siempre y cuando nadie les diga lo contrario.

Una estudiante de secundaria siempre había soñado con ser bailarina. Pero como tenía parálisis cerebral, ser bailarina no era algo verdaderamente realista, pero nadie nunca se lo dijo. En vez de eso, dijeron: «Vamos a visitar el ballet y veamos de qué se trata». Durante una visita tras bastidores, la joven se dio cuenta de que había trajes esparcidos por todas partes. En mitad de una actuación, los bailarines a menudo tienen que cambiar rápidamente de vestuario, y lo tiran a un lado para ponerse el siguiente. Sin que nadie se lo pidiera, la joven empezó a colgar los trajes. Con esto terminó ganando un puesto en el equipo de vestuario de la compañía de ballet.

«Encontró un trabajo en la disciplina de sus sueños», dice Neva Fairchild. «Es importante hablar con los niños desde pequeños sobre el mundo laboral, lo que quieren hacer, y ayudarles a encontrar su pasión: necesitamos más gente en el mundo con una pasión».

Fairchild es especialista nacional en Envejecimiento y pérdida de visión de la Fundación Americana de Personas No Videntes (AFB).

Fairchild cuenta la historia de una bailarina ciega o con visión reducida para resaltar un punto clave. Siempre anime a estos niños a seguir sus sueños. Es importante que los padres, hermanos, docentes de alumnos con discapacidad visual (TVI) y otros especialistas los apoyen. Deben ayudar a los niños a creer que pueden tener una carrera e incluso, quizás, ir a la universidad para prepararse.

«Esperamos que esas sean las dos opciones: ir a la escuela o ir a trabajar», dice Fairchild. «La opción que intentamos evitar es la del sofá, que por desgracia es la tendencia de muchos estudiantes, incluso si reciban buenos servicios».

Enseñar a profesores y consejeros

La AER es una organización para personas que ayudan a personas pérdida de visión. Esto incluye a profesores de alumnos con discapacidad visual (TVI), especialistas en orientación y movilidad (O&M) y consejeros de rehabilitación vocacional (VR). Estos expertos, junto con la familia de un estudiante, desempeñan un papel importante a la hora de preparar a los alumnos de K-12 para la universidad o el trabajo después de graduarse. Antes de 2014, cuando se aprobó la Ley de Innovación y Oportunidad de la Fuerza Laboral (WIOA), estos profesionales solían trabajar por separado. La Ley les ha ayudado a trabajar más en conjunto.

«Aunque siempre se ha fomentado esa cooperación, ahora se exige a las agencias de rehabilitación vocacional que asignen el 15% del presupuesto que les da el gobierno federal a servicios de transición previos al empleo», explica Fairchild. «Parte de esto es ofrecer esta plataforma y este espacio de colaboración en todo el campo para preparar a los jóvenes a seguir adelante y tener éxito».

Asociación entre WIOA y AER

Aunque la Ley WIOA se aprobó en 2014, hubo que esperar hasta 2017 para que se resolviera la normativa. Así que los profesionales aún están aprendiendo cómo manejarse. Gracias al nuevo Centro de eLearning de AER, los profesionales pueden acceder fácilmente a una amplia gama de programas de formación. Esto incluye sesiones específicas para ayudar a los estudiantes a completar la transición a la universidad o al trabajo.

«Hay muchísimos aspectos que influyen en que un joven tenga éxito, y eso es lo que intenta abordar la formación de la AER», afirma Fairchild. «No se trata sólo del aspecto académico o de aprender a moverse por un campus universitario. Aborda las actividades recreativas y de ocio, los deportes y la aptitud física; todo lo que contribuye a ser una persona equilibrada. Puede que la universidad no sea para todos, pero los estudiantes deben conocer todas las opciones que tienen a su alcance».

Fairchild cree que los asesores de transición y los TVI tienen un trabajo esencial: enseñar a los alumnos a hablar por sí mismos. Dice que los alumnos deben saber qué necesitan y qué se hace ahora por ellos, ya que luego tendrán que hacerlo por su cuenta. Su consejo es poner la vara muy alta y esperar mucho de estos estudiantes. Esto los prepara para una vida independiente en la que puedan cuidar de sí mismos.

Inspirar los sueños a una edad temprana

Fairchild dice que los servicios de transición suelen empezar a los 14 o 16 años, según la elección de cada estado. Pero ella cree que no se hace con la suficiente anticipación. Por eso es aún más importante que todos los que forman parte de la vida de un joven empiecen a hablarle del mundo laboral lo antes posible.

«Los niños videntes ven a diario cómo las personas realizan trabajos, pero los niños ciegos o con visión reducida no», afirma. «Así que alguien tiene que explicáselos. Me sorprendió saber que algunos estudiantes de secundaria ni siquiera saben en qué trabajan sus padres. Los padres y profesores tienen que averiguar cómo pueden empezar a crear temprano la expectativa de que un niño va a trabajar; y si dice que quiere ser bombero, jugar a ser bombero con él, aunque realmente no sea una carrera realista».

La aspirante a bailarina es un ejemplo perfecto de una joven que encuentra la manera de trabajar en un campo que la apasiona. Incluso si no es el trabajo que imaginaron en un principio.

«El objetivo de toda educación y rehabilitación es ayudar a las personas a alcanzar su máximo potencial», dice Fairchild. «Tenemos que asegurarnos de que no es su ceguera o su visión reducida lo que los frena. Tenemos que trabajar en equipo para que todos alcancen su máximo potencial. Sea cual sea ese potencial».