Braille: la puerta a la alfabetización

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Ahora que celebramos el cumpleaños de Louis Braille y el Día Mundial del Braille el 4 de enero (y el Mes de la Alfabetización en Braille durante todo enero), es un momento ideal para considerar lo importante que es aprender braille para todos los alumnos no videntes o con discapacidad visual. 

Por supuesto, hay muchas formas de aprender un idioma sin la vista, desde audiolibros hasta lectores de pantalla que leen el texto escrito en voz alta. Pero nada es comparable a interactuar con un texto, ya sea en letra de imprenta, en letra grande o en braille. 

“¿Por qué enseñamos en letra de imprenta si los alumnos pueden acceder a todo por audio? Porque el audio no es una forma de alfabetización. No permite interactuar con el texto”, dice Carlton Anne Cook Walker, de BEAR-Blindness Education and Advocacy Resources, docente de alumnos no videntes o con visión reducida, presidenta de la Organización Nacional de Padres de Niños No Videntes y, además, madre de un hijo no vidente. 

Dice que el lenguaje oral (incluido el lenguaje de señas estadounidense [ASL, por su sigla en inglés]) tiene un papel importante en el mundo. Pero sin texto, perdemos la estructura de las frases, de los párrafos y del texto. El texto escrito, incluido el braille, también enseña ortografía. 

“El texto escrito permite al individuo interactuar, darse cuenta de la diferencia entre palabras como “there”, “they’re” y “their” y moverse por el texto de forma independiente”, explica Walker. “La interacción con el texto es clave, sobre todo para las matemáticas. Intente hacerlo todo en su cabeza”. 

Lectura más eficaz y sencilla 

Incluso cuando los alumnos con visión reducida utilizan lupas ópticas, esto puede limitar su capacidad para leer con eficacia. Por ejemplo, cuando se amplían las palabras más largas, pueden ocupar una línea entera de la página, lo que dificulta la capacidad del alumno para aprender un idioma con fluidez. 

“Para los niños con visión reducida, la letra de imprenta no suele ser eficaz, y yo creo que el texto tiene que ser eficaz, efectivo y sostenible”, afirma Walker. “Al leer en braille, nuestros dedos se mueven y hay más eficacia”. 

Walker insiste en que el braille no es difícil de aprender. “El braille no es difícil”, afirma. “Simplemente, es diferente”. 

Walker admite que el braille puede suponer un reto para los alumnos que carecen de control motor fino o sensibilidad táctil, pero está trabajando en formas de hacer el braille más fácil de usar para estos alumnos. 

Lo mejor de ambos mundos 

Walker cree firmemente que el braille debe incluirse en la enseñanza de los alumnos no videntes o con visión reducida y que lo ideal sería que lo enseñe un docente plenamente inmerso en el braille también como lector. “Si elimináramos el braille, tendríamos que eliminar también la letra de imprenta”, dice. Solo así todos los alumnos de una clase estarían en igualdad de condiciones.  

Pero reconoce que los medios duales tienen sus ventajas. Por ejemplo, a algunos alumnos les puede resultar útil el reconocimiento óptico de caracteres (OCR, por su sigla en inglés) o los lectores de pantalla. 

“Cuantas más herramientas, mejor”, afirma Walker. “No se utilizan todas a la vez, pero aunque un martillo es una gran herramienta, a veces necesitamos destornilladores, pinzas, llaves inglesas, entre otras. Los alumnos videntes tienen todas esas herramientas, y si a los niños con discapacidades visuales solo les brindamos audio para aprender, les estamos ofreciendo solo un martillo”. 

Además, afirma que el braille no es solo para aprender. Es fundamental para vivir de forma independiente. Recuerda a un alumno adolescente con visión reducida que quería asegurarse de que sus prendas estuvieran bien combinadas, así que lo animó a aprender braille para que pudiera poner etiquetas en braille en su ropa. Lo mismo puede hacerse para etiquetar utensilios y electrodomésticos de cocina, conservas y muchos otros artículos domésticos. Recomienda utilizar imanes para los objetos de uso más frecuente, para no tener que volver a transcribir al braille las palabras.  

“Claro que alguien puede usar una aplicación de color en su teléfono u otro software que le lea las etiquetas o le diga cómo se escribe algo, y eso está bien”, dice. “Eso sigue siendo independencia porque ellos eligen utilizar esa tecnología. Pero se trata de tener tantas opciones como sea posible”. 

Tecnología y braille

A Walker le gusta mucho Juno, de APH, una lupa de video portátil con OCR incorporado. “Si tiene visión reducida, puede leer el texto. O puede usar la conversión de voz a texto”, dice. Juno es lo suficientemente versátil como para utilizarla en tareas de aseo personal, lectura, escritura, visión a distancia (como una pizarra) e incluso pasatiempos.  

Además, APH está en pleno proceso de reinventar la tecnología para la visión reducida. El objetivo a largo plazo de APH es crear un conjunto de herramientas de aumento que funcionen en una plataforma exclusiva de APH para visión reducida que sea lo suficientemente flexible y fácil de usar para cualquier persona. Pero APH siempre ha fomentado el uso del braille junto con la tecnología, y siempre lo hará. 

“Creo que para cualquiera que esté aprendiendo braille, es importante estar inmerso en él”, dice Walker. “Las escuelas no suelen brindar un entorno con alto contenido de braille, pero cuando estoy enseñando, me doy cuenta de que a los alumnos videntes les fascina el braille, y deberían estar expuestos a él, aunque no lo aprendan. Eso normaliza el braille y crea una inclusión muy significativa en el futuro”.